El Que Madruga Dios le Ayuda,
dice el viejo refrán
Si has intentado levantarte temprano durante algún tiempo y no has tenido éxito, seguramente has vivido el círculo vicioso del dormilón: te propones levantarte temprano (a las 5 am. por ejemplo) > suena la alarma, pero te quedas dormido > te levantas mucho más tarde, ¡justo para salir! > entre que te levantas y sales vas rezongando y apurado > sales a la calle acelerado y de mal humor, ¡porque vas tarde!
Cuando queremos despertar a una hora y no lo logramos, el perjuicio es doble: no solo perdemos esa hora, sino que también empezamos el día con una sensación de frustración y fracaso.
Por eso para mí la ventaja #1 de despertarse temprano es que empiezo el día con una pequeña victoria y con un espacio de tranquilidad.
Arrancar el día recordando que tenemos el control y teniendo un rato de tranquilidad ya es motivo suficiente para arrancar temprano,